El nacimiento de un hijo es uno de los acontecimientos vitales más significativos y de mayor impacto en la vida de la mujer. Socialmente se espera que la mujer que ha tenido un bebé sano esté feliz, contenta y satisfecha y agradecida con la experiencia. Esto es así en una mayoría de madres, pero también hay mujeres para las que el parto puede ser un evento muy traumático o incluso terrorífico que impacta seriamente su adaptación psicosocial en el postparto, la lactancia e incluso el vínculo con el bebé. Cuando el recién nacido está sano se espera que la madre se muestre satisfecha y feliz independientemente de cómo haya transcurrido el parto (1) y a muchas madres se les recomienda que no sigan dándole vueltas ni hablando del parto (2).
Desde hace tiempo se conoce la existencia de trastornos psiquiátricos específicos del puerperio y postparto así como su efecto sobre el vínculo y el desarrollo psicomotor y emocional del lactante. Sin embargo en los últimos años diversos estudios clínicos han señalado la existencia de un trastorno que se desencadena exclusivamente por el parto, y muy especialmente por el parto traumático, con unas características psicopatológicas y clínicas diferentes de la depresión postparto. En las dos últimas décadas toda una serie de investigaciones han comprobado que el parto puede ser un evento tan estresante como para desencadenar un síndrome de estrés postraumático (SEPT). Este síndrome es un trastorno de ansiedad que empezó a ser estudiado a partir de la observación de las secuelas psicológicas que presentaban algunos veteranos de la guerra del Vietnam. En 1980 se incluyó por primera vez en la Clasificación de Enfermedades Mentales DSM-III de la Asociación Psiquiátrica Americana y se incluían como síntomas principales del síndrome la reexperimentación del trauma (en forma de flash-backs y/ o pesadillas), la evitación de estímulos relacionados con el mismo y el estado de ansiedad o nerviosismo que se desencadenaba con la reexposición a detalles que recordaran el evento. Se definía como trauma a un evento que estuviera absolutamente fuera del rango de la experiencia humana normal. La cuarta edición de la DSM ampliaba la definición de trauma a "cualquier evento que suponga una amenaza de muerte o graves daños para la integridad físico de uno mismo o de otros, cuando la respuesta individual está marcada por el miedo extremo, la indefensión o el horror"(3). El síndrome de estrés postraumático conlleva un sufrimiento importante para las madres que lo padecen, afecta a la relación de la mujer con su bebé y con su pareja y altera muy especialmente la relación con los profesionales sanitarios que atienden a la madre. Sin ser diagnosticado ni tratado puede persistir durante meses y años, afectando negativamente a la fertilidad o condicionando a veces la conducta de la mujer en sucesivos embarazos y partos. Tiene unos síntomas propios diferentes de la depresión postparto, aunque algunas madres pueden presentar los dos trastornos. Los síntomas pueden durar meses o años. La psicóloga Cheryl Beck analizó en una investigación cualitativa los relatos de mujeres que presentaban este síndrome de estrés postraumático relacionado con el parto (12). Beck encontró que las madres que lo padecen:
En resumen, muchas mujeres que han tenido un parto traumático reviven el parto como si de una pesadilla se tratara durante semanas o meses, y no pueden quitarse estos recuerdos de la cabeza por más que lo deseen. A menudo este malestar hace que la mujer se muestre tremendamente enfadada, aislada o arisca, tanto con los que le rodean como con los profesionales, y que parezca obsesionada con todo lo que rodea la atención al parto (puede escribir cartas a los profesionales que le atendieron, buscar información obsesivamente o planear un nuevo embarazo cuando su bebé apenas tiene unas semanas de vida). Todo este malestar psíquico a menudo no se exterioriza con lo que en la mayoría de los casos tampoco se diagnostica ni se trata. Leer texto completo: http://www.msssi.gob.es/organizacion/sns/planCalidadSNS/pdf/equidad/estresPostraumatico.pdf Fuente: Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales y Sanidad. Imagen: Infoban
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